Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo.
Aristóteles
Con la confianza que nos da ser hijo, madre, padre, hermano nos permitimos a veces hablarnos de tal manera que juzgamos, gritamos, culpabilizamos, obligamos por el mero hecho de ser nuestros padres o nuestros hijos, sin darnos cuenta que encima de todo tenemos que respetarnos, compartir, colaborar...
Educar es una tarea difícil de llevar a témino, a veces hay que dejar caer para que nuestros hijos aprendan a valorar lo que tienen, sobre todo
tenemos que demostrar con nuestra actitud, con nuestros valores, con nuestro día a día las cosas, vale más un acto que mil palabras.
Los gritos, muy comunes hoy en día, porque no tenemos la suficiencia paciencia, tiempo o quizás ganas de aguantar una pataleta de nuestro hijo, por falta de fuerza interior para demostrar a nuestros hijos nuestras decisiones, por eso del sentimiento de culpabilidad, vamos dejando pasar los días, semanas, meses y años hasta el punto que un día nos damos cuenta que nuestros hijos no nos respetan y nos tratan como mero trapo de cocina.
Quizás es hora de pensar un poco en nuestros hijos, la decisión de tenerlos fue nuestra y también es nuestra la decisión de enseñarles lo mejor para vivir con buenos valores, honestidad, humildad, respeto, ética.
Nosotros como padres estamos siempre en un aprendizaje diario, no es nada fácil, eso no es motivo para tirar la toalla, buscad tiempo, buscad herramientas, buscad ajuda externa y comparte, habla con tus hijos, la recompensa es inmensa, gratificante, satisfactoria.
“Domina tus palabras, domina tus pensamientos, no
hagas daño a nadie. Sigue fielmente estas indicaciones y avanzarás en el camino
de los sabios.”
Siddhartha Gautama(Buda) egb
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